sábado, 24 de septiembre de 2011


Admitir la falta de alguien no es sino síntoma de que le amas.
A veces marco su número de teléfono. A un lado, sostengo el auricular, a otro, un cigarrillo, y hablamos. Está bien, se lo noto en la voz. Mas cuánto cuesta admitir que la extraño.
***
-Ville, te echo de menos.
-Yo...yo también, Annia.
-¿Qué te pasa? Te noto extraño.
-¿Yo? No, no es nada, en serio. Seguramente será...el tiempo. Estoy muerto de calor.
-Quiero tenerte cerca, Ville.
-Me tienes cerca. ¿No me sientes?
-No...
-Cierra los ojos. No hagas trampas, ciérralos. ¿Estás cómoda?
-Sí, estoy cómoda.
-Ahora notas mi voz hablándote justo tras el oído, mi aliento colisionando contra el cabello que engarzas en él. Escuchas mi respiración tan cerca de ti que mismo notas cómo mi pecho se hincha y te toca la espalda, y luego poco a poco va menguando pesadamente. Lo notas, ¿verdad?
-Lo noto...
-Ahora coloca la mano sobre tu cuello. La mía está justo ahí bajo la tuya, acariciándolo, deslizando los dedos por encima de las venas. ¿Recuerdas que me encanta la música que produce tu sangre al fluir? Atrasa un poco la mano...Ahí está mi nuez, y se mueve suavecito ahora que estoy hablándote. La notas convulsionarse algo más fuerte al tragar saliva...Ahí está. ¿Lo notaste?
-¡Sí, o noté!
-Baja mi mano hasta mi pecho. Está cálido, está hirviendo, impropio de mí. Y concéntrate...si te estás quieta puedes notar mi corazón entre tus dedos...
-Es cierto...
-¿Lo ves? Estoy ahí contigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario