sábado, 24 de septiembre de 2011

Necesitaba volver a besarte


Te busco entre la bruma, te añoro, te persigo, te anhelo. Corres, me esquivas, mas luego me encuentras, me besas, huyes, y vuelves de nuevo a mi lado con una sonrisa y samba brasileira pululando por tus venas.
Cada movimiento semeja crucial, cada respiración, es tan dinámico, tan fuerte, tan rápido, tanto como el palpitar apresurado de mi corazón que semeja trazar un tremolo en piano para posteriormente descender en las notas sensuales de un saxofón. Y mismo cuando llega la calma nuestros cuerpos están cargados de electricidad.
Y huyes, y yo huyo, y luego te persigo cual león tras la gacela, con el mismo frenesí salvaje, la misma respiración agitada. Ah, ah, ah, el aire no me llega a los pulmones. Y cuando te atrapo te desvaneces, y cuando me atrapas, me desintegro, semeja un juego de azar en el que siempre salen los ojos de la cobra. Y tiramos, y tiramos, y tiramos, y entonces...
Se hace el silencio entre las cuatro paredes de aquel camerino improvisado de las fiestas del pueblo. Las plumas de tus aves aún están desperdigadas por el suelo, y de vez en cuando una suave brisa las alza frágilmente. Nos miramos, no directamente, a través del espejo. Un mensaje, escrito por mis propias manos. Esperas a que me acerque con un sigilo que semeja detener la armonía del mundo. ¿Y cómo una mujer tan bella podría negarle sus notas chispeantes a un artista?...
Sería imposible.

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