martes, 17 de agosto de 2010

Synesthesia

A veces los días son tan rojos que hasta duelen. Todo es rojo cuando estoy triste. Las farolas emanan tonos vermejos, los reflejos del cielo me tiñen de ese color. 






Todo se vuelve azul cuando me miras. Cuando sonríes, cuando me dices que me quieres. Siento mi corazón acelerarse dentro de mi pecho, provocando más latidos azules, del mismo color del mar. 






Si me abrazas, un potente Verde se entrelaza, formando unas tonalidades dulces, que se traducen en una suave música que resuena en mi cabeza, unos perfectos acordes...



La lluvia cae en matices violetas. Colisiona contra mis mejillas, y me hace sonreír. Me gusta el sonido de la lluvia. Es como el pizzicatto de un violín, lento, pausado, que susurra en mi oído rumores fríos, que me recuerdan a mi país.


Una vez me dijeron que era una enfermedad. Pero ¿quieres saber lo que pienso?







Que una enfermedad no puede ser tan bella

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